Reportaje: Habla Omar Vazquez Heredia, de la Oposicion de Izquierda de Venezuela
1.- ¿Qué factores han incidido y permiten comprender las
particularidades de la Venezuela actual?
Los tres factores que inciden en la crisis de la llamada
Revolución Bolivariana son: una situación de fuerzas que se transformó en
regresiva; una erosión de las condiciones materiales que permitieron entre 2003
y 2012 la articulación del proceso de acumulación y, sobre todo, de
atesoramiento externo de capital-dinero de las clases dominantes y la
experiencia de consumo por importaciones de las clases populares. En menor
medida, el fallecimiento de Hugo Chávez en marzo del 2013. La cristalización de
una situación de fuerzas regresiva ocurrió en medio de un proceso gradual de
canalización y subordinación de los núcleos organizados de las clases populares
del país entre los años 2004 y 2011, como consecuencia de un conjunto de medidas
estatales y acciones del bloque político chavista, que facilitaron la
recuperación de las capacidades del Estado para reproducir las relaciones
sociales capitalistas.
Por ejemplo, el incremento de la capacidad de compra del
salario y la creación de mejores condiciones de vida para las clases populares
del país, a partir del aumento vertical de las importaciones desde 2003 hasta
2012; la canalización del esfuerzo político de los núcleos organizados de las
clases populares al territorio residencial, donde constituyeron organizaciones
comunitarias - como los consejos
comunales y las comunas - que en la mayoría de la ocasiones solo se encargaron
de participar de forma subordinada en la distribución estatal del ingreso
petrolero, mediante emprendimientos de economía social (socioproductivos) y
políticas gubernamentales para garantizar el acceso a bienes para el hogar - Mi casa bien equipada - o la satisfacción
de necesidades centrales, como alimentación, salud, educación y vivienda (misiones
sociales).
La resignificación del socialismo, en tanto bolivariano y
del siglo XXI, a partir de la inclusión de contenidos políticos propios del
nacionalismo petrolero venezolano, como la asociación con el capital
transnacional o la interpelación de las clases dominadas - como pueblo con
derechos políticos y sociales - reconocidos por el aparato del Estado. La
unificación en el 2007 de la mayor parte de la militancia del bloque político
chavista en la disciplina del Partido Socialista Unido de Venezuela; la
integración estatal de un segmento de la militancia al convertirlos en milicianos
subordinados al mando de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; la creación en
2011, desde el estado, de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores
(CBST); la resignificación del control obrero en las empresas estatales como un
simple proceso cogestión administrativa...
La imbricación del proceso de acumulación y atesoramiento
de capital-dinero de las clases dominantes y la experiencia de consumo de las
clases subalternas entre 2003 y 2012, dependió del incremento vertical de las
importaciones privadas y estatales de productos terminados e insumos
productivos, que fue financiado primero por un crecimiento sostenido del precio
del petróleo, y después por un aumento acelerado del endeudamiento estatal y el
consumo de las reservas internacionales. En el año 2003, el monto del total de
las importaciones de bienes fueron solo 11215 millones de dólares, en cambio en
el 2012 llegó hasta 71083 millones de dólares... Un enorme incremento 533,82%.
Sin embargo, en el contexto de la crisis económica
mundial de 2008, en el año 2009 hubo una contracción vertical del precio del
petróleo, y en esa coyuntura histórica el bloque gubernamental chavista decidió
financiar a las importaciones del país y la fuga de capital-dinero de las
clases dominantes, ejecutando un aumento acelerado del endeudamiento estatal y
promoviendo el consumo de las reservas internacionales. En 2008 las reservas
internacionales se encontraban en 43.127 millones de dólares a finales de 2013
solo alcanzaban los 21.428 millones de dólares, por otra parte el endeudamiento
estatal sumando la deuda del gobierno y el pasivo de PDVSA en el 2008 eran solo
128.435 millones, pero para finales de 2013 alcanzaba los 253.081 millones de
dólares.
También hay que ubicar en este proceso, un crecimiento de
la deuda estatal de 124.646 millones de dólares, que representó en términos
porcentuales un 97,04%; sin incluir los préstamos asumidos mediante el Fondo
Conjunto Chino-Venezolano o el Fondo de Gran Volumen y Largo Plazo con China.
Entonces, entre 2013 y 2015, se erosionan totalmente las condiciones materiales
particulares del posneoliberalismo extractivista de Venezuela, al encontrarse
sujetado el aparato del Estado a los fenómenos mencionados: altos niveles de
endeudamiento, reservas internacionales
en declive y un menor precio del petróleo.
La muerte de Hugo Chávez incidió en la crisis, al generar
la necesidad de nuevas elecciones presidenciales en el mismo 2013, evento
electoral que tuvo un resultado bastante cerrado y alentó a la alianza
conservadora a la realización de movilizaciones entre 2013 y 2014. Pero,
además, la ausencia de Hugo Chávez provocó cambios al interior de la dirigencia
del bloque gubernamental. La condición de militar de carrera de Hugo Chávez le
permitió unificar en su persona la condición de líder absoluto del bloque
político chavista, tanto de los sectores civiles como de los sectores
militares. En cambio, Nicolás Maduro es un civil, antiguo dirigente sindical,
circunstancia que permitió que los militares activos chavistas obtuvieran un
mayor protagonismo político y económico, que se fue consolidando con el
deterioro del apoyo popular al chavismo.
Chávez tenía cualidades personales que se ajustaban a las necesidades de
la contienda electoral, por eso su ausencia afectó las capacidades del bloque
político chavista para enfrentar a sus opositores.
2.- ¿En función de esta caracterización, cuáles son los
rasgos principales del proceso económico, político y social de Venezuela en la
actualidad?
Los principales rasgos del proceso económico, político y
social, se pueden resumir en la aplicación - desde el 2014 - de un conjunto de
medidas que benefician al capital transnacional y local, el surgimiento de una
crisis estatal entre finales de 2015 y en el 2017, y una gigantesca
depauperación de las condiciones de vida de las clases populares. Entre 2014 y la actualidad, el bloque
gubernamental aplica medidas económicas favorables al capital transnacional y
local que dificultan la satisfacción de las necesidades de las clases
populares, recortando importaciones de insumos productivos y bienes de consumo
final para disponer de divisas. El monto de las importaciones de bienes fue en
el año 2012 de 71083 millones de dólares y en el 2017, según estimaciones de la
Cepal apenas 12700 millones.
La bonificación de los ingresos salariales de la clase
trabajadora; la definición de territorios donde el capital extranjero se puede
ubicar en el país con prerrogativas tributarias, aduaneras y administrativas
(las zonas económicas especiales); la expansión de la frontera extractivista en
ocasión del establecimiento del llamado Arco Minero del Orinoco, con la
participación de empresas mineras internacionales como Barrick Gold y Gold
Reserve... Todo esto provocó descontento en una parte importante de las clases
subalternas y sectores medios. En consecuencia, se erosionaron las capacidades
estatales para construir consenso alrededor de las relaciones sociales
dominantes y ocurrió una disminución del respaldo popular.
Ahora bien, desde 2014 empezó en muchas ciudades del país
una oleada constante de disturbios y saqueos de los centros estatales y
privados de distribución de bienes de primera necesidad, que impugnaron de un
modo contingente y parcial a las relaciones sociales dominantes, al transgredir
la propiedad privada y el intercambio mercantil como lazo social imperante. En
esas protestas violentas desplegadas por núcleos de las clases subalternas, el
armazón institucional del Estado empleó siempre las capacidades represivas,
específicamente a través de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y a la
Policía Nacional Bolivariana (PNB).
De manera paralela, el 6 de diciembre de 2015, la alianza
de partidos conservadores aglutinada en la MUD logró una victoria en las elecciones
parlamentarias, obteniendo 112 diputados y diputadas de los 167 que conforman a
la Asamblea Nacional (AN), la mayoría calificada. Pero, antes de que los
partidos opositores pudieran definir de manera unitaria el plazo y el plan para
lograr el desplazamiento constitucional del Presidente Nicolás Maduro, el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) - a través de una medida cautelar - decidió
suspender la juramentación de tres parlamentarios opositores, esgrimiendo
posibles irregularidades en su elección. La decisión del TSJ eliminó la mayoría
calificada de la MUD en la AN, y evitó la posible convocatoria de una reforma
constitucional a partir de lo normado en el artículo 343 de la Constitución de
1999, que podría permitir el recorte del período presidencial.
En consecuencia, la MUD decidió juramentar en la AN a los
tres diputados suspendidos por la sala electoral del TSJ, generando que el
máximo tribunal del país declarara en desacato a la mayoría opositora del
parlamento nacional. De ese modo, comenzó la crisis institucional al interior
del aparato del Estado, que tuvo entre sus características la suspensión de la
totalidad de las competencias de la AN, un cierre de facto del parlamento
nacional. La conformación y excepcionalidad de la Asamblea Nacional Constituyente
(ANC) fue fundamental para suturar de manera parcial y contingente la crisis
institucional del aparato del Estado, la instancia estatal asumió poderes por
encima de lo normado en la Constitución Nacional de 1999 y se auto-asignó un
período de dos años, al declararse como expresión del poder constituyente del
pueblo venezolano.
Además, desde el año 2014 hasta la actualidad (2018),
producto de la aplicación gubernamental de un ajuste económico reaccionario con
el objeto de priorizar la reproducción dependiente de la economía mundial por
el armazón institucional del Estado, han surgido y se agudizaron un conjunto de
fenómenos que promueven el ejercicio de la violencia por parte de los aparatos
coercitivos del Estado, y en algunos casos cuestionan el monopolio estatal de
la violencia y su fundamento en la norma jurídica. En ese sentido, el período
indicado se sobreponen un proceso y un suceso histórico que son diferentes - y
solo en parte se articulan - como el deterioro de las condiciones de vida de
las clases populares y sectores medios, junto con la victoria electoral de la
oposición conservadora en 2015.
Ese proceso creó circunstancias concretas que
posibilitaron el inicio de protestas sociales violentas de núcleos de las
clases subalternas, el establecimientos de focos insurreccionales de segmentos
de la oposición conservadora, la proliferación de linchamientos, el aumento de
la operatividad de grupos armados paraestatales, el incremento de las acciones
discrecionales de funcionarios de los aparatos coercitivos estatales en
beneficio propio y la acentuación de la erosión de la soberanía estatal en
algunos territorios como las cárceles.
El redimensionamiento regresivo de la propiedad de las
empresas mixtas de PDVSA y las transnacionales petroleras, adoptando una mayor
participación accionaria del capital petrolero internacional; la legislación de
normas jurídicas como la Ley Constitucional de Inversión Extranjera Productiva;
la oferta estatal de un criptobono denominado Petro para subastar en una
especie de contrato de futuro a las reservas petroleras venezolanas - una
evidente financiarización de la naturaleza y profundización del extractivismo -
la entrega en concesión de hoteles estatales a la cadena Marriot. La
promulgación de un decreto denominado “Régimen especial y transitorio para la
gestión operativa de la industria petrolera”, que crea las condiciones para el
el proceso de privatización general o parcial de PDVSA.
Por otra parte, la crisis estatal es un fenómeno
histórico que tiene tres dimensiones analíticas: hegemónica, institucional y
del monopolio de la violencia. En la actualidad, el aparato del Estado venezolano
perdió sus capacidades para reproducir de manera consensual el orden dominante,
crear las condiciones propicias para la acumulación de capital en el espacio de
valorización local, mantener la legitimidad de la forma estatal surgida en la
denominada Revolución Bolivariana y conservar el monopolio de la violencia
legal.
Entonces, desde 2014 la prioridad que le otorgó el
aparato del Estado extractivista a la reproducción dependiente del proceso de
acumulación mundial, a través de la contracción vertical de los dólares
asignados a las importaciones con el objeto de disponer de las divisas
orientadas posteriormente al pago de los vencimientos de la deuda externa
estatal, provoca la disolución de un elemento central de la Venezuela chavista:
el incremento del consumo de las clases populares a partir del crecimiento
vertical de las importaciones de insumos productivos y bienes de consumo final.
En ese sentido, ya en 2014 y 2015, la aplicación estatal del ajuste económico
creó las condiciones que posibilitaron el surgimiento de altos índices de
inflación y escasez.
En términos sociales, la depauperación de las condiciones
de vida de las clases populares es brutal, al sufrir un gigantesco deterioro de
su salario real, un recorte del acceso a los servicios públicos, y una
contracción del consumo de alimentos, medicinas y bienes de higiene personal.
El aumento de la miseria es enorme, y se palpa a partir de precisar que - en un
mercado interno con precios dolarizados - el salario mínimo no supera los dos
dólares mensuales al tipo de cambio real. La situación de la mujer es trágica,
porque a la crisis económica se le adjunta su constitución simbólica como
mujer-madre encargada del trabajo de cuidado y la penalización del aborto. La
mujer padece mortalidad materna, el embarazo no deseado, la prostitución formal
o informal impulsada por la precariedad, la sobreexplotación de su fuerza de
trabajo, entre otros.
Esa situación explosiva, es contenida de manera parcial
por el gobierno chavista a través de la represión de las luchas y las
movilizaciones efectuadas por núcleos de las clases subalternas, y también
empleando un conjunto de políticas estatales: la creación de una matriz
comunicacional alrededor de la existencia de una supuesta “guerra económica”
(2014); la constitución de instituciones para fiscalizar los precios como la
Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (2014); la
repartición de asignaciones económicas eventuales y discrecionales a los
registrados en el llamado carnet de la patria (2017); y la distribución esporádica,
focalizada y racionada de alimentos importados en las cajas de los Comités
Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) (2016).
3.- ¿Cuál es la posición de las organizaciones
revolucionarias, populares y progresistas ante la realidad venezolana?
Las organizaciones del chavismo regional, ante los
discursos y las injerencias de los EEUU, se convierten de manera automática en
defensores del gobierno, demostrando su solidaridad oficialista, sin ningún
análisis de clase. Por ello, no reconocen ni les importa que el gobierno se
encuentre subordinado a las necesidades del capital transnacional y local, y
que aplique políticas que destruyen las condiciones de vida de las trabajadoras
y los trabajadores. Nosotros, al contrario, aplaudimos el posicionamiento de
instancias políticas como el Frente Anticapitalista y por el Socialismo de
Argentina, que en las discusiones y conclusiones de su Conferencia
Internacional, reafirmó su solidaridad con el pueblo trabajador de Venezuela,
sin desestimar su cuestionamiento a las injerencias de EEUU, que solo buscan
presionar al gobierno para que ejecute un ajuste ortodoxo.
Esa es la posición acertada, identificando las disputas
interburguesas en las que se encuentra inmerso el bloque gubernamental
chavista, pero sin perder la independencia de clase, colocando como eje de la
lucha la contradicción capital-trabajo. En ese sentido, es importante blindar
de solidaridad clasista a las organizaciones y militantes que integran a la
oposición de izquierda al gobierno burgués de Nicolás Maduro. Un sector
político que en condiciones estatales caracterizadas por la restricción de las
libertades democráticas, sigue impulsando un proceso de movilización popular
que permita derrocar a Nicolás Maduro, y de ese modo debilitar la
gobernabilidad burguesa, creando una situación de fuerzas más progresiva, con
el pueblo trabajador en la calle, con una victoria política conquistada en sus
luchas clasistas.
Volver a página principal
Volver a página principal
Comentarios
Publicar un comentario