¿Cuántos crímenes en contra de las clases populares caben en la palabra "Revolución"?

  


Desde los últimos meses del año 2013, estamos escuchando y leyendo a los altos jerarcas del bloque político chavista y a sus acérrimos defensores (intelectuales y periodistas) hablar y escribir de la llamada "guerra económica" que afecta al proceso político señalado en el discurso oficialista como la "Revolución Bolivariana", una supuesta campaña de boicot en contra de la economía venezolana desplegada por el gobierno de Estados Unidos y la fracción tradicional de la burguesía local. Según los difusores de la mencionada matriz comunicacional del aparato estatal, la llamada "guerra económica" es la responsable de la escasez y el incremento de los precios de los bienes en el mercado interno; el denominado "desabastecimiento programado" y la denominada "inflación inducida".


No obstante, ya hace tres años nosotros hemos denunciado esa mentira que intenta, y en muchas ocasiones logra, encubrir un ajuste económico reaccionario ejecutado por el gobierno chavista de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, que implica la contracción vertical de las importaciones de insumos productivos y bienes de consumo final, con la finalidad de disponer miles de millones de dólares que son destinados a cancelar los vencimientos de la deuda externa, asumida entre los años 2008 y 2012 para financiar en lo fundamental: la fuga de capital de la burguesía local, la corrupción de los altos jerarcas gubernamentales (civiles y militares) y la repatriación de ganancia de las transnacionales asentadas en territorio venezolano. 


En el año 2012 el aparato estatal asignó 71083 millones de dólares para importar bienes de consumo productivo y final[i], en el 2016 asignó solo 17177 millones de dólares[ii], una contracción brutal que se siguió profundizando en el 2017, y posibilitó los altos niveles de escasez e inflación que se padecen en Venezuela. En cambio, entre el 2014 y 2016, en medio del desplome de los precios del petróleo, el Estado canceló 62475 millones de dólares en deuda externa (sin incluir el 2017 y el Fondo Chino-Venezolano), sumando 44071 millones de dólares en pasivos de PDVSA[iii] y 18404 millones de dólares en vencimientos de los bonos del gobierno central[iv].


La consecuencia inmediata del ajuste económico reaccionario es la reducción vertical de la oferta de mercancías en el mercado interno, creando las condiciones concretas que propician altos índices de escasez e inflación, de esa manera supone un deterioro sostenido y acentuado de la capacidad de compra de los salarios del pueblo trabajador venezolano, y por ende, un empobrecimiento generalizado de las clases populares del país, que se evidencia con claridad en las calles de Venezuela y otros países de la región. Los índices de inflación oficiales totalmente subestimados de los años 2014, 2015, 2016 y los pronosticados para el 2017 son respectivamente del 68%, 180%, 274% y 720%.


Los crímenes contra las clases populares

La alimentación


La disminución de la oferta de mercancías incide en el acceso a la alimentación, salud, higiene personal y del hogar, transporte y vivienda de las clases populares de Venezuela. En las calles de Caracas se observan rostros demacrados y cuerpos con la piel adherida a los huesos y la ropa holgada, que demuestran una reducción brutal del consumo de alimentos. A su vez, encontramos enjambres de niños y niñas con su ropa roída y sucia, descalzos o con el calzado deshilachado, que piden comida y dinero a los transeúntes, y tienen como actividad de recreación bañarse en las fuentes de las plazas y parques de la ciudad. 


Otros niños y niñas son vendedores de caramelos, plátanos fritos y flores. Niños y niñas sin presente y probablemente tampoco un futuro, que fue robado por el capital financiero transnacional, la burguesía local venezolana y la alta burocracia chavista. En las noches, al cerrar los restaurantes y las panaderías se aglomeran familias enteras alrededor de los desechos, agarran los desperdicios he intentan recuperar restos de comida mientras pelean con los famélicos perros callejeros. Son tan evidentes las dificultades para el acceso a los alimentos que el salario mínimo y el bono de alimentación de un trabajador o una trabajadora venezolana se cancela con menos de ocho kilos de queso llanero, indispensable para el desayuno y la cena en la patria del Libertador Simón Bolívar. 


Ante la depauperación de los ingresos salariales y no salariales del pueblo trabajador los comerciantes formales o informales venden alimentos en porciones totalmente reducidas, en el pasado quedó el kilo de azúcar o café, ahora en Venezuela se comercian bolsas diminutas que incluso no llegan ni a los 100 gramos, que denominan de manera coloquial "teticas". Por lo tanto, la dieta de los venezolanos y las venezolanas se restringe en la actualidad al consumo de tubérculos (yuca, papá y ocumo), plátano y sardina. 


Un hecho paradigmático que grafica la violencia criminal del hambre provocada por el ajuste económico reaccionario es la muerte por desnutrición de 40 niños y niñas en lo que va del año 2017, solamente en el Hospital de Guaiparo (Estado Bolívar), esa información nos obliga a preguntarnos ¿Cuántos niños y niñas se han muerto en todo el país por desnutrición y no se encuentran registrados? Vidas no lloradas por el aparato comunicacional del gobierno chavista, al parecer no merecen ni siquiera el duelo.


En ese marco, los criminales del gobierno nacional han constituido al pueblo venezolano en un "sujeto mendigo", que espera con ansias y requiere para sobrevivir a la esporádica y racionada bolsa o caja del Comité Local de Alimentación y Producción (Clap). Los Clap son un efectivo dispositivo de control y contención de las clases populares de Venezuela, al lograr que se conserve su subordinación activa o pasiva al bloque gubernamental chavista, en lo fundamental a través de sus consecuencias ideológicas: mantener a los empobrecidos en el estado de permanente espera del Clap y al mismo tiempo sujetados a las directrices de los jerarcas chavistas por miedo a la pérdida del Clap. 


En resumen, los criminales del gobierno nacional le imponen un cruel dilema a las clases populares: autonomía política o una bolsa racionada y esporádica de alimentos, que en las actuales condiciones económicas son la única posibilidad de sobrevivir que tienen la inmensa mayoría de los habitantes del país.


El transporte colectivo


La contracción vertical de las importaciones también afecta el mantenimiento de las unidades de transporte colectivo, que en muchas oportunidades se encuentran paralizadas por desperfectos mecánicos que no se pueden solventar ante la ausencia de repuestos automotrices, o son trasladadas a los países limítrofes porque es más rentable incorporarlas al sistema de transporte colectivo de esos países al cobrar precios más altos en moneda internacional (dólares). Como cualquier capitalista de diferente sector económico o tipo escala (grande, mediano o pequeño), los propietarios de los transportes colectivos no ofrecen un servicio para satisfacer una necesidad sino con la finalidad de obtener la máxima ganancia posible. 


En la ciudad de Caracas se observan en las paradas largas filas de personas que esperan con excesiva calma la llegada de una unidad de transporte colectivo. Además, el incremento de la inflación, crea condiciones para que los transportistas exijan cotidianamente aumentos en la tarifa del pasaje, generando que los usuarios se quejen aunque sin llegar a la realización de acciones violentas directas como en el pasado rebelde previo a la pasivización chavista de las clases populares. 


Es normal esa demanda de aumentos de la tarifa del pasaje, en la actualidad en la ciudad de Caracas tiene un precio formal de 280 bolívares, entonces un transportista debe trasladar 200 pasajeros para comprar un solo kilo de queso llanero, ni hablemos en caso que se le dañe un caucho u otro pieza del autobús o camionetica. Una parte de los usuarios influenciados por la asfixiante campaña comunicacional de la alta burocracia chavista, considera como único responsable al transportista, que es un "abusado" al cobrar de manera ilegal 700 bolívares, y no observa que detrás hay un conjunto de relaciones sociales signadas por la contracción de la oferta de las mercancías.


Por otro lado, el grosero deterioro del servicio del Metro de Caracas es palpable y doloroso para un caraqueño, ocurre producto de un proceso sostenido y acentuado de desinversión del aparato del Estado. Ahora, nos encontramos con un sistema de transporte estatal que en su totalidad se encuentra asqueroso, vagones sin aire acondicionado, estaciones con las escaleras mecánicas dañadas y pasillos en penumbra, máquinas que expenden y registran la utilización de los tickets descompuestas, rieles que emiten un sonido que expone la ausencia de mantenimiento, unidades que transitan lentamente, entre otras condiciones. 


Los criminales del gobierno nacional han eliminado cualquier posibilidad de ingresos propios de la empresa estatal Metro de Caracas, desestiman el cobro del pasaje al liberar el acceso en la inmensa mayoría de las estaciones o al cobrar una cifra simbólica de solo cuatro bolívares. Sin embargo, el Metro de Caracas tiene dolientes y el año pasado fue constituida una organización de trabajadores autónomos de las directrices del sindicalismo burocrático de los jerarcas del bloque político chavista, llamada Renovación Sindical. Ese frente de trabajadores y trabajadoras fue perseguido y  criminalizado por renombrados integrantes del criminal corporativismo cívico-militar como Diosdado Cabello y Francisco Torrealba, después de despidos ilegales y amenazas, muchos de esos jóvenes militantes populares tuvieron que asumir la decisión de migrar para sobrevivir.


La salud


La reducción de las importaciones de insumos productivos y bienes de consumo final afectó de manera agresiva la salud física y psíquica de los miembros de las clases populares de Venezuela. La contracción del consumo de alimentos y la concreción de una dieta desbalanceada promueve un estado generalizado de desnutrición y subalimentación, que debilita el sistema inmunológico de los habitantes del país. A su vez, la escasez y los altos precios de los productos destinados a la higiene personal y a la limpieza de los hogares, junto a una recolección esporádica de los desechos sólidos causada por la disminución de la flota de los camiones de aseo urbano, crean condiciones sanitarias que desembocan en la proliferación de infecciones, problemas estomacales, enfermedades epidemiológicas y epidérmicas.


Por otra parte, en una sociedad como la nuestra donde los padecimientos psíquicos son un tabú, amigos y conocidos informan en voz baja y con pena que se sienten deprimidos y sufren constantes ataques de ansiedad, originados en un contexto psicosocial caracterizado por el aumento diario de los precios de las mercancías, las largas filas para adquirir y pagar los bienes de primera necesidad, el deterioro cotidiano de la capacidad de compra de los salarios, la imposibilidad de satisfacer las necesidades básicas de los padres e hijos, el alto costo de las tradicionales actividades de recreación (rumba, visita a la playa y beber una cerveza o una botella de ron con los amigos) y sobretodo la difusión de un estado de desesperanza aprendida por los criminales del gobierno nacional.


Todos conocemos los casos de pacientes de distintas enfermedades que se encuentran penando ante la falta de tratamientos de salud que son indispensables para conservar su vida, producto de la escasez de medicinas y la multiplicación de equipos médicos dañados en las farmacias y los hospitales del país. Muchos venezolanos y venezolanas hemos sufrido la tortura de andar de farmacia en farmacia consultando la existencia y el precio de un medicamento. Aquellos que estuvimos en el exterior al momento del regreso recibimos las solicitudes desesperadas de amigos y conocidos para comprar fuera de Venezuela alguna medicina desaparecida de los anaqueles y depósitos de las farmacias venezolanas. 


Una gran cantidad de antiguas farmacias se han convertido en abastos, ya no tienen medicamentos que vender. En términos particulares, diferentes fármacos empleados en las quimioterapias para tratar a los enfermos oncológicos y los antirretrovirales que ingieren los pacientes con VIH son escasos y solo se consiguen cancelando cifras inalcanzables para la inmensa mayoría de los integrantes de las clases populares de Venezuela. 


Igualmente, es complicado para los enfermos de diabetes adquirir la insulina. La ausencia de los equipos médicos necesarios, provocó y provoca que distintos hospitales suspendan la llamada diálisis peritoneal y los trasplantes de riñón. Otros hospitales son declarados en remodelación, intentando encubrir un cierre técnico como consecuencia de la total escasez de medicinas y equipos médicos operativos. 


Por último, la erosión brutal de la capacidad de compra de los salarios, desembocó en la migración en masa de los médicos venezolanos a países de la región donde obtienen un ingreso económico mucho más alto. En conclusión, los venezolanos y las venezolanas que no tenemos una relación privilegiada con el aparato estatal o cuentas en dólares en el extranjero, nos encontramos sufriendo una lenta y criminal masacre, responsabilidad de la burguesía local que fugó miles de millones de dólares, el capital financiero internacional que cobra una deuda totalmente ilegitima y los altos jerarcas del chavismo que redujeron las importaciones para pagar el endeudamiento externo del aparato del Estado extractivista.


Los indígenas


El gobierno nacional amplió la frontera extractivista con la finalidad de disponer de una mayor cantidad de divisas que le permita cancelar los vencimientos de la deuda externa del aparato del Estado, entonces desde noviembre del año 2014 a través del Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Regionalización Integral para el Desarrollo Socioproductivo de la Patria, creó las condiciones jurídicas para constituir en el suroriente de Venezuela a la denominada "Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco". 


Al mismo tiempo, siguió garantizando la extracción de carbón en la Sierra de Perijá, al occidente de Venezuela. En esos territorios se encuentran asentados pueblos y comunidades indígenas como los pemones, yanomamis, yekuanas, yukpas, entre otros, que ahora son desplazados por el desarrollo de proyectos de minería a cielo abierto en los que participan empresas transnacionales como la Gold Reserva y la Barrick Gold.


En la actualidad, se desarrolla un abierto y lento genocidio de los referidos pueblos y comunidades indígenas que padecen el acoso de las bandas criminales vinculadas con la minería ilegal y de los oficiales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana adscritos a la Zona Militar Especial del Arco Minero del Orinoco, pero a su vez sufren enfermedades epidemiológicas como paludismo y malaria que han aflorado a partir de la ampliación de las actividades de minería a cielo abierto. La reducción de las importaciones de insumos médicos y la estrategia genocida del Estado extractivista impiden el acceso a las medicinas requeridas para el tratamiento de esas enfermedades coloniales.  


Un caso paradigmático es el cerco estatal a la comunidad yukpa de "Chaktapa", en donde los herederos del Cacique Sabino Romero siguen resistiendo e intentan evitar que las tierras ancestrales conquistadas mediante su lucha, ahora se conviertan en parte del voraz proceso de acumulación mundial de capital, sostienen a viva voz y debemos escucharlos que "el agua vale más que el oro y el carbón". 


A pesar de las actividades agrícolas que desarrollan en esa parte de la Sierra de Perijá, el aparato del Estado extractivista niega la construcción de una vía de transporte terrestre que facilite la comercialización de los alimentos cosechados en la comunidad indígena de "Chaktapa", entre ellos aguacates y tubérculos. En pocas palabras, los altos jerarcas chavistas en otra actitud criminal están esperando que mueran de hambre y ausencia de tratamientos médicos para después entregar sus tierras al capital minero transnacional, todo eso en nombre del desarrollo y la independencia de la patria. Nada es más característico del fenómeno chavista que la inmensa brecha entre la retórica inflamada y la cruel realidad.


Las mujeres


Las mujeres también son parte de los sectores de las clases populares que más crímenes han sufrido como consecuencia de la aplicación del ajuste económico reaccionario por el gobierno nacional. La reducción de las importaciones de insumos productivos y bienes de consumo final provoca la escasez y el incremento de los precios de los anticonceptivos, disminuye el acceso a los productos de higiene necesarios para la limpieza de las maternidades y a los materiales médicos empleados en las cesáreas y partos, dificulta la adquisición de las medicinas y vitaminas que se consumen en el lapso del embarazo, contrae el consumo de alimentos e impone una dieta desbalanceada a las mujeres embarazadas, entre otras situaciones nefastas. Según datos oficiales publicados en los boletines epidemiológicos del Ministerio de Salud, en el 2013 hubo una mortalidad materna de 370 mujeres, en cambio en el 2016 ocurrió una mortalidad materna de 768 mujeres. 


Un incremento seguramente subestimado de casi 400 mujeres de las clases populares que murieron embarazadas solo por esa condición. En resumen, el aparato del Estado venezolano y los jerarcas chavistas con sus políticas estatales han cometido centenares de feminicidios, a pesar del silencio cómplice y el aplauso mercenario de las mujeres que se asumen feministas y respaldan a los criminales que dirigen al gobierno nacional de Venezuela.


De igual modo, en medio de la depauperación de las condiciones de vida y el deterioro de la capacidad de compra de los ingresos salariales del pueblo trabajador venezolano, las mujeres de las clases populares del país sufren otros crímenes producto del ajuste económico reaccionario. Como explica en detalle Silvia Federici, las mujeres son las más afectadas por los ajustes estructurales y el pago de las deudas externas. 


En ese sentido, en Venezuela en la actualidad acontece la llamada por Rita Segato "violencia alimentar", ante el costo de los alimentos las mujeres de las clases populares privilegian el consumo de comida por parte de sus parejas hombres en tanto son significados en correspondencia con la división sexual del trabajo como proveedores y de sus hijos al reafirmar su adscripción patriarcal de cuidadoras, afectando de una manera más aguda su alimentación. 


También, en sociedades profundamente patriarcales como la nuestra, en coyunturas de deterioro de los ingresos salariales y depauperación de las condiciones de vida, los hombres ante la erosión de su condición de proveedor y la necesidad de realizar trabajo de cuidado en el hogar que antes era cancelado en el mercado, en algunas ocasiones para reafirmar su lugar de privilegio en tanto género dominante realizan acciones de violencia de género en contra de sus parejas, que son significadas en el sentido común patriarcal como "ejemplarizantes".


Otro crimen que padecen las mujeres de las clases populares es el notable incremento de su inserción en actividades de prostitución y en redes criminales de grabación de videos pornográficos, obligadas por las necesidades materiales o intentando mantener los niveles de consumo de antes del inicio de la crisis económica. En algunas calles y restaurantes se observan mujeres, ofreciendo su cuerpo por dinero. Solo hace un mes fue desmontada una red de grabación de videos pornográficos de mujeres y niñas, con la detención de varios proxenetas de ambos sexos, y según lo informado por las autoridades, efectuaba prácticas de esclavitud sexual, al chantajear a las víctimas con la difusión de los videos pornográficos entre sus familiares y amigos.


Los migrantes 


Tradicionalmente, la Venezuela petrolera fue un país receptor de migrantes, entre los años 40 y 70 del siglo XX llegaron nacionales de la periferia europea: España, Italia y Portugal. Desde los años 20 del siglo XX hasta hace poco tiempo, el país recibió migrantes árabes, sobretodo de origen libanés, sirio y palestino. En los años 70 del siglo XX, al país llegaron exiliados de Argentina, Chile y Uruguay producto del establecimiento de dictaduras cívico-militares en el Cono Sur con el respaldo de los Estados Unidos y la intervención directa de las clases dominantes locales. 


A partir de los años 70 del siglo pasado y hasta hace unos tres años, migraron a Venezuela hermanos y hermanas de países de Sudamérica como Colombia, Ecuador y Perú; y a su vez, hermanos y hermanas de países del Caribe como Curazao, Haití, República Dominicana, Trinidad y Tobago, entre otros. Por último, los migrantes chinos entraron a la patria del Libertador Simón Bolívar en los años 80 del siglo XX y hasta hace unos años siguieron llegando al país. 


En cambio, en la actualidad el flujo migratorio es totalmente inverso, y eso supone que los nacionales de Venezuela en términos generales no nos encontremos acostumbrados a migrar, una particularidad que dificulta el proceso de distanciamiento del país, por eso se nota en el novel migrante venezolano un exceso de reafirmación de su identidad, por ejemplo mediante el uso de indumentaria que lo identifica: la gorra tricolor (amarillo, azul y rojo, con las estrellas blancas), la franela de la Vinotinto e incluso los uniformes de los equipos del béisbol profesional venezolano. 


En lo concreto, el brutal deterioro de las condiciones de vida, causó y seguirá causando que millones de venezolanas y venezolanos fueran forzados a migrar sumergidos en circunstancias de extrema precariedad. Son ya conocidas las historias de una gran cantidad de familias y jóvenes pertenecientes a la llamada "Diáspora Venezolana", que han viajado por tierra a Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay. En mi experiencia, he palpado el incremento abrupto de la cantidad de migrantes venezolanos en Buenos Aires, que es bastante considerable en los últimos dos años. En las oficinas de migraciones de las localidades porteñas de Retiro y Floresta los solicitantes de residencias son en su inmensa mayoría nacidos en Venezuela. En la Feria de San Telmo los domingos y todos los días en la Estación del Tren Sarmiento de Flores, se observa a venezolanos y venezolanas vendiendo arepas, papelón con limón y cachapas. 


Mientras aprovechan y con esfuerzo estudian posgrados y en menor medida carreras de pregrado en las universidades argentinas, jóvenes de nuestro país trabajan como meseros en los restaurantes y cafés de Puerto Madero y Palermo, vigilantes en algunos edificios de Palermo y Recoleta, volanteros de los comercios de Once, vendedores de zapatos y ropa en las tiendas de la Avenida Avellaneda y Corrientes, anunciadores de las casas de cambio informales de la calle Florida, administradores de Maxikioskos en toda la ciudad y promotores de ventas telefónicas de diversos productos en los denominados Call Center, entre otros oficios. 


En un viaje de regreso a Venezuela tuve una escala obligatoria de varios días en Bogotá, en la capital colombiana la migración venezolana es incluso más visibles, su condición marcada de miembros de las clases populares les impone vender en la calle arepas, pastelitos, caramelos y quesillos (los llaman flan de caramelo). Al mismo tiempo, tocar en las cercanías de la Plaza de Bolívar o interpretar en el Transmilenio canciones de hip-hop, joropo y solos de violín. Además, en muchos restaurantes son las meseras y los meseros. La migración venezolana actual es totalmente forzada y en condiciones de extrema precariedad, somos una fuerza de trabajo casi siempre sobre-explotada. 


Al conocer la situación de profunda penuria material de las venezolanas y los venezolanos, los empresarios de la región buscan migrantes de nuestro país para sus negocios, así pueden cancelar salarios mucho más bajos y exigir más actividades laborales. Desafortunadamente, la crisis migratoria de Venezuela se agravará en el marco del inicio de un espiral hiperinflacionario, que va alcanzar los cuatro dígitos en el año 2018. 


i] Dato extraído de las estadísticas publicadas por el BCV. http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp.[ii] Boletín estadístico N°26 de la Cepal. Comercio exterior de bienes en América Latina y el Caribe, en el cuartotrimestre de 2016. [iii] Informes anuales consolidados de PDVSA del año 2013, 2014, 2015 y 2016. Se pueden consultar y descargar en su página WEB http://www.pdvsa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=6538&Itemid=586&lang=es[iv] Datos extraídos de las estadísticas publicadas por el BCV. http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp

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